Hoy mientras caminaba por la ciudad me sentía orgulloso de pertenecer a esta tierra, a esta ciudad, y de haber nacido en Barcelona.
He de decirle que me siento orgulloso de ser catalán y leo declaraciones suyas y de sus compatriotas y no dejo de sorprenderme.
Me atrapa el grado de cinismo y el juego tan peligroso al que está sometiendo a Cataluña. Sea cual sea el resultado, la derrota y odio, están asegurados.
No olvide que usted obliga a cumplir la ley, sangra con impuestos a la ciudadanía, y sin embargo hace pedagogía para saltarse la ley argumentando defensa propia. ¿Se puede ser más imprudente? Le remito mi intención de no volver a pagar un impuesto en Catalunya por defensa propia entendiendo, que al pagar más impuestos que muchos otros catalanes, no me gusta que me saqueen y me encantaría que mi barrio se independizara del resto de catalanes que contribuyen menos.
No quiero hablar de lo mal gestionado que está el presidente del gobierno que entiende que al hecho negativo cuanto menos lo alimentes antes morirá, y en este caso no ha funcionado, ni funcionará. Basta que llegue el día que se conteste con contundencia en la que usted le encantará aparecer cual Napoleón al frente del batallón, con alguna herida de sangre, fruto de un arañazo fortuito, a consecuencia de peinar su tupé seguramente, que le elevaría a los altares de las bibliotecas Nacionales como un autentico, iba a decir héroe, pero ya sabe lo que pienso.
Tampoco es hora de hablar de corrupción, y repudio toda corrupción, material y moral, porque sabe que parte de esta deriva es una estrategia para tapar y argumentar falazmente una emboscada traidora por parte del resto de España. Sabe, tan bien como yo, que movilizar sentimientos y generar lo que usted ha forjado en la mente de los catalanes, de algunos, es suficiente para acallar cualquier otro asunto. Sabe tan bien como yo, que su partido junto con el despacho de abogados del Sr. Roca, y sé lo que digo, gestionaban comisiones en negro, en maletines que tenían destino bolsillos afines a su persona durante muchísimos años. Sabe, tan bien como yo, que usted lo sabía. Y nunca olvide que usted se debe al total de los catalanes, voten o no le voten, que su coche oficial y maletín lo han pagado todos los catalanes con el sudor de su frente.
Me sorprende el grado de mala educación de la que usted alardea. Se trabajó mucho para instaurar la democracia y el estado de derecho en nuestro país, para reconocer las diferentes culturas, pueblos, sentimientos, se sufrió enormemente para que usted, bajo ese sistema que le protege, nos vacile, quiera saltárselo, y nos trate como auténticos imbéciles.
El trabajo del Rey y de la reina desde que ocuparon sus nuevas responsabilidades ha sido y es impecable. Se ha intentado por todos los medios acercar posturas, acudir mensualmente a nuestra tierra, intentar mediante discursos proactivos, constructivos y positivos lograr un poco de sentido común. Tampoco se ha logrado. Su forma de pagarlo fue siendo cómplice de la pitada y humillación hacia unas personas, hacia un himno, que representan a 50 millones de personas. Su risa absurda y mala sin ningún gesto de compasión me alarmó, como me inquietan sus discursos victimistas, reactivos y destructivos. ¿Se imagina esa misma pitada al revés? ¿Qué pasaría?
Usted hablará del nacionalismo español, no confunda nacionalismo con patriotismo. El sentimiento español une pueblos, culturas, sentimientos, logros, penas y alegrías. El nacionalismo catalán no une, si desune, no suma, sino resta, no comparte, no valora, no es justo y genera confrontación. Vital diferencia.
Quisiera acabar esta carta diciéndole que no le aporto ningún elemento racional porque ante un problema irracional chocarían contra el muro de su indiferencia.
No estire tanto la cuerda e intente acercar posturas porque como se tengan que enfrentar “el burro” y “el toro” no sé quien tendrá más cojones.
Javier Pacheco Doria